¿En dónde acaban nuestros desechos tecnológicos?
Es sabido que la huella del ser humano resulta, en una gran medida, perjudicial para el planeta. Año tras año, la tecnología avanza, trayendo nuevas herramientas y dispositivos a usuarios que acceden a cambiar su equipo por el más moderno. Esto, superficialmente, suena bien, pero ¿Adónde van a parar todos los desechos tecnológicos que generamos año tras año?
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Antes de responder a la pregunta, es necesario destacar que la contaminación de la tecnología no inicia cuando el equipo es desechado; el perjuicio al medioambiente empieza desde que se extraen los minerales para fabricar el dispositivo. Laptops, teléfonos, consolas, televisores, todo forma parte de esta horrible realidad.
Ahora bien, cuando el equipo en cuestión cumple su función o termina su vida útil , acaba en los llamadas «vertederos de desechos tecnológicos». Según las cifras de la ONU, anualmente, generamos un total de 50 millones de toneladas de desperdicios tecnológicos. Esto es equivalente a llenar Manhattan con Torres Eiffel cada año.
¿Dónde se encuentran estos vertederos?
Evidentemente, la mayoría de los desechos no van a parar a países desarrollados. En su lugar, terminan en vertederos que yacen en territorios pobres. Entre ellos, encontramos, principalmente, países como Ghana, Nigeria e India. El primero de estos es, sin duda, el que más afectado se ve.
Agbogbloshie, un barrio de Ghana, es la zona más perjudicada de dicho país. Anteriormente, era un área natural donde se hallaba una desembocadura del río Odaw. Lamentablemente, hoy por hoy, es uno de las tiraderos de e-waste (Desechos Electrónicos) más concurridos del mundo.
No obstante, el problema no acaba ahí. Gran parte de los habitantes de dicha región acuden al vertedero para destruir vehículos o extraer elementos con el fin de revenderlos. Esto último significa que las personas se exponen a los químicos tóxicos que son liberados. En caso de que no se rescate nada del lugar, mucha de la basura es quemada, lo que causa una contaminación en el aire y el suelo. Además, produce una lenta intoxicación a quienes manipulan los desechos.
Sorprendentemente, esta triste realidad de arrojar los desechos a países subdesarrollados se da pese a la existencia del tratado «Convención de Basilea de Naciones Unidas». Este, pretende regular el envío de basura tecnológica a países del tercer mundo; pues no cuentan con la infraestructura necesaria para lidiar con ella. Lo lamentable es que este pacto no es respetado y, peor aún, hay países a los que no les interesa pertenecer a él. Tal es el caso de Estados Unidos, por ejemplo, el cual es el principal productor de desperdicios tecnológicos.
Si bien no en todos los lugares hay uno de estos vertederos, sí es un problema que involucra a todos. No solo porque los desechos son de todo el mundo; sino que también, el ecosistema del lugar no es el único que se ve afectado: la Tierra entera sufre las consecuencias. Esta en nosotros hacer un cambio, como darle más uso a nuestros dispositivos cada año, por ejemplo. Por su parte, las empresas deben colaborar también y dejar de lado la conocida «obsolescencia programada».
Fuente: Unocero