Bioshock en el 2007 fue nombrado por muchos como el mejor del año gracias a su extraordinaria prestación del mundo submarino de Rapture, sus mecánicas de combate, su sistema de decisiones y su inesperado final. Bioshock 2 en el 2010 recibió muy buenos comentarios pero no logró alcanzar el éxito del primero.
Este año la franquicia emerge del agua y se propulsa hasta las nubes. Después de muchos retrasos llega por fin Bioshock Infinite, el verdadero sucesor del Bioshock original que pretende ser el mejor trabajo del director creativo Ken Levine (Thief, System Shock 2) hasta la fecha.
ARVE Error: The [arve] shortcode needs one of this attributes av1mp4, mp4, m4v, webm, ogv, urlEl juego toma lugar en un mundo “steampunk” ficticio del año 1912 en una ciudad aérea llamada Columbia. Un lugar utópico basado en la cultura norteamericana donde todos los habitantes tienen fuertes creencias religiosas que giran alrededor del que llaman “El Profeta”.
Caminar por las ciudad es exponerse a un bombardeo de estímulos visuales y auditivos que crean un ambiente surrealista pero a la vez cautivador. A diferencia de la ciudad de Rapture de Bioshock 1 y 2 donde todo estaba en ruinas, Columbia está en pleno apogeo. Hay gente en las calles conversando, corriendo, celebrando y bailando. El mundo está inyectado de vida.
Tip #1: No se apuren en terminar el juego, dense el tiempo de explorar el mundo, detenerse a ver los detalles y descubrir las pequeñas historias que la gente de Columbia tiene que contar. Les aseguro que disfrutarán más del juego de esta manera. De paso descubrirán muchos secretos que les facilitará el juego más adelante.
Lo que ayuda tremendamente a darle la ambientación correcta al mundo es la música y los sonidos. Todas las melodías dan la sensación de una época pasada pero con algunos tonos bizarros que calzan perfecto con lo que se quiere transmitir. Los sonidos de las armas, el cascabeleo de las máquinas y el diálogo entre los NPCs refuerzan aún más el contexto “steampunk”.
Gráficamente Bioshock Infinite es un juego muy atractivo pero a veces el motor gráfico pasa factura. El Unreal Engine 3 ya tiene casi una década en el mercado y se nota que estamos al fin de esta generación de gráficos. De lo que no se pueden quejar es que los cuadros por segundos nunca decaen incluso durante las intensas escenas de acción. El juego corre fluidamente a lo largo de toda la experiencia.
Tip #2: Traten de jugar la versión de PC en una buena computadora para que puedan apreciar el mundo Columbia en su máximo detalle, vale la pena.
Pero la mayor diferencia entre Bioshock 1 y Bioshock: Infinite es el compañerismo. Sumergido bajo el agua hace seis años uno se podía sentir solo. La introducción del personaje de Elizabeth como la chica que tienes que rescatar y que termina acompañandote a lo largo de la aventura, resulta para mí el cambio más sustancial tanto en narrativa como en las mecánicas de juego.
Elizabeth me hace acordar mucho a Belle de “La Bella y la Bestia” de Disney. Una chica bonita con carácter y cerebro que reacciona de forma lógica a lo que sucede en el mundo, la única diferencia es que Liz tiene poderes sobrenaturales. Es una gran ayuda durante las escenas de acción donde te proporciona municiones y med-kits cuando más lo necesitas y hasta hace aparecer elementos de otras dimensiones. Desde Half-Life 2 no se tenía a una compañera de viaje que uno podría considerar como competente. Pero Elizabeth va un paso más allá. No tenerla a tu lado en algunas secciones del juego te hace sentir vacío e incompleto. Lo quieran o no, es difícil no tener sentimientos por ella después de una horas dentro del juego.
Pero más allá del mundo y los personajes Bioshock Infinite sigue siendo un juego y uno muy bueno. Las mecánicas de disparo se sienten precisas. Los “plásmidos” han sido reemplazados por “vigores”, que son esencialmente lo mismo (poderes sobrenaturales que permiten lanzar bolas de fuego, poseer individuos y hasta tirar enjambres de cuervos). El número de formas en que uno puede afrontar una situación es sólo limitada por la imaginación y las ganas del jugador de hacer cosas espectaculares.
La muerte tiene una penalidad muy baja en Bioshock Infinite. Si mueres de cualquier forma eres revivido a una zona segura unos cuantos metros de donde estabas. A pesar de la poca urgencia por permanecer vivo las municiones y recursos no son ilimitados así que uno trata de permanecer vivo la mayor cantidad de tiempo posible. La muerte es más como un recordatorio que estás afrontando la situación con la estrategia incorrecta.
Una interesante adición es que ahora se tiene un escudo protector que se regenera independientemente de tu salud. Cualquiera que haya jugado Halo se sentirá como en casa. Por último hay que mencionar la nueva mecánica de los rieles en el cielo, algo que muchos pensaron que podría ser un desastre, pero termina siendo una de los elementos más brillantes del juego. Tener la habilidad de recorrer el campo de batalla por los cielos a altas velocidades mientras disparas es una sensación exhilarante y te hace sentir poderoso.
Bioshock Infinite es una obra maestra. Un juego inteligente, fluido, entretenido y trascendental. Seis años de desarrollo concentrados en una de las experiencias más completas en la historia de los videojuegos. Una sinfonía que toca temas profundos como la religión, el racismo y el concepto de libertad. Te “sumerge” en un mundo en las nubes que por más irreal que sea los detalles lo hacen un universo verosímil y donde jugar es un placer. Elizabeth será la nueva referencia de cómo se crea un personaje tanto en películas como en juegos. Incluso después de días de haberlo terminado las imágenes y los sonidos resuenan en mi cabeza y quedarán marcadas como parte de una de las mejores experiencias en entretenimiento de la década.