¿Vacunas sin agujas? Este podría ser el futuro de la medicina
Investigadores en los Países Bajos se encuentran desarrollando unas vacunas sin jeringas.
Sin duda alguna, las vacunas son un gran invento de la medicina; sin embargo, es cierto que puede ser atemorizante. Al fin y al cabo, a nadie le gusta ser pinchado con una jeringa. Por suerte, esto podría estar por cambiar, y es que investigadores en los Países Bajos se encuentran desarrollando unas inyecciones sin agujas.
Denominadas como ‘Bubble Gun’ – o por su traducción «Pistola de Burbujas» -, usan un laser para introducir pequeñas gotas a través de la piel. Así lo describió el fundador de la idea, David Fernandez Rivas, profesor de la Universidad de Twente y afiliado de investigación en el Instituto de Tecnología de Massachusetts.
De esta forma, el proceso resulta ser más rápido que «una picadura de mosquito» y «no debería causar ningún tipo de dolor». Esto debido a que los nervios de la piel no llegan a ser tocados. Sin embargo, Fernández declaró que se investigaría más a fondo al respecto.
Durante una entrevista en su laboratorio, el profesional comentó que «en un milisegundo, el vidrio que contiene el líquido se calienta con un láser, se crea una burbuja en el líquido, empujando el líquido a una velocidad de al menos 100 km por hora». De esta forma, concluyó comentando que este proceso penetra la piel sin causar daños; no deja ninguna herida o punto de entrada visible.
¿Beneficios de esto?
Con esta nueva modalidad de vacunación, Fernández espera que más personas accedan a vacunarse, ya que no habría la excusa de una fobia a la jeringa. Por otro lado, afirma que evitará el riesgo de contagios y contaminación por agujas sucias, y reducirá los desechos médicos.
Gracias a una subvención de 1,5 millones de dólares por parte de la Unión Europea, se pudieron efectuar pruebas en muestras de tejido, las cuales se han llevado a cabo con éxito. Según declaró Fernández, se espera que este mes se presente una solicitud de financiamiento para comenzar las pruebas en humanos con voluntarios.
Fuente: World Economic Forum