Cuántos incidentes curiosos han ocurrido debido a unos tragos por la noche. A la larga lista se le va a sumar un nuevo caso protagonizado por un contratista en Japón, quien, por pasarla bien, perdió la unidad flash con la información personal de toda una ciudad.
Esto ocurrió en la localidad de Amagasaki el fin de semana pasado, cuando un trabajador simplemente quiso disfrutar del fin de la faena laboral semanal como muchos de nosotros. El contratista tiene a su cargo el distribuir subsidios a los residentes más afectados por la pandemia de coronavirus.
Para llevar a cabo su función, contenía en una memoria USB los datos no solo de los ciudadanos a quienes les correspondía el subsidio, sino también del resto de los 465,177 contribuyentes de Amagasaki. Terminado el horario laboral, se llevó la unidad consigo sin saber el destino que le esperaba.
Luego de varias copas, el trabajador se despertó en una calle cercana al bar donde estuvo festejando, sin su bolsa donde estaba la memoria. La cantidad de data importante dentro del disco incluía información básica de los 460.517 ciudadanos de Amagasaki; información fiscal de unos 360.573 residentes, junto con información sobre qué decenas de miles de hogares recibieron ciertas exenciones fiscales; e información de alrededor de 86.000 hogares que reciben beneficios de asistencia social, manutención de niños o ambos.
La pregunta en este punto es cómo se puede movilizar datos tan delicados y sustanciales sin mayor control. Pues resulta que, si bien el funcionario estaba autorizado a procesar la data fuera del lugar de trabajo, esto era bajo ciertas condiciones, las cuales no se ejecutaron y tampoco fue controlado por el resto de empleados para asegurar el cumplimiento de estas.
A pesar de que la entidad competente aseguró que los archivos de la memoria USB estaban encriptados y protegidos con contraseñas, los ciudadanos, al enterarse mediante un informe del medio local NHK, no dudaron en expresar su molestia y preocupación porque alguien se haga con la información y le dé un mal uso.
Así, más de 30.000 llamadas de parte de la población llegaron a las líneas telefónicas de la ciudad, mostrando su inquietud a que sus datos pudieran utilizarse en robos de identidad y fraudes. Las autoridades, además, tuvieron que alertar a las personas de posibles estafadores que los puedan extorsionar para recuperar su información.
Felizmente, esta historia tuvo un buen final para los habitantes de Amagasaki, ya que la policía halló la bolsa al poco tiempo de su extravío y no hubo pruebas de que se haya intentando acceder al USB. Con respecto al responsable de su pérdida, tuvo que disculparse públicamente en la prensa local y el alcalde de la ciudad hizo lo mismo.
Fuente: Gizmodo